Una de las principales preocupaciones de los profesores-as educadores-as en las instituciones escolares han sido, y son, las cuestiones relacionadas con la indisciplina escolar. Por eso, el profesor educador ha dedicado y dedica mucho esfuerzo y energía para velar por el cumplimiento de unas normas, por el mantenimiento de un clima adecuado de convivencia, por hacerse respetar, etc. En definitiva, los profesores educadores tratan de gozar de la autoridad suficiente para poder garantizar un buen funcionamiento de la Residencia, poder controlar el comportamiento de sus alumnos y conseguir que éstos les obedezcan, en el amplio sentido de la palabra. Probablemente nos equivoquemos, como proclama Puig Rovira (1997) al desear que nuestras Residencias sean una balsa de aceite y todo se encuentre bajo control, pues la ausencia de conflicto puede ser señal de estancamiento e incluso regresión, ya que todo cambio implica necesariamente pasar por una situación de conflictividad.

Residencia Fresno (Cheste)
Los teóricos de la educación reconocen que el modelo del docente autoritario en las Residencias conlleva a una situación inadecuada para garantizar el buen aprendizaje y desarrollo personal, social y emotivo de los alumnos, pues “los tradicionales esquemas de enseñanza, concebidos desde la perspectiva del docente, están saturados de relaciones autoritarias e inflexibles y descontextualizadas de los acontecimientos sociales, económicos y políticos.” (Uribe, Castañeda y Morales, 1999, 22). A pesar de todo, son muchas las escuelas que todavía funcionan desde la pedagogía tradicional, manteniendo estos modelos obsoletos, anticuados para las características socio-culturales del presente, contribuyendo de este modo a generar en los escolares: descontento, desmotivación, aburrimiento, alejamiento de la realidad escolar, rebeldía, rechazo hacia las normas escolares, etc. todo esto depara a su vez en un aumento de las situaciones disruptivas y de violencia en la escuela. Más